Centro financiero. Singapur |
Como un gusano de seda salí de allí para comenzar un nuevo día.
Aún con el sinsabor de la jornada anterior salimos a desayunar para dejarla atrás como el que deja su huella en un excremento con el consuelo al menos de que cambie su suerte. Pero eso no es sino un tópico. La mala sombra del día anterior nos perseguía como el pestilente recuerdo de ese paso erróneo en la superficie esponjosa.
Paseando por los canales de esta pequeña Amsterdam malaya nos paramos en una cafetería, o algo así, muy bien situada. Sin complicarnos mucho la vida pedimos el clásico huevos con salchichas y alubias, no sé como tanta gente sigue sin descubrir lo maravilloso de un bocata de jamón serrano, aceite y tomate, pero uno se adapta.
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Nuestra primera imagen de la urbe |
Lo peor fue cuando se lo comentamos al tipo y nos dice que es café local, qué es así. La mierda que tiene la taza si que es local le respondimos. El señor empezó a calentarse y nosotros a mosquearnos. Para evitar problemas, nos levantamos, pagamos, aunque no el café au merd, y nos largamos de allí.
Cae la noche en la ciudad |
Al llegar a esta ciudad todo parece más grande, precisamente igual que en el país mencionado. La apariencia de sus calles, edificios, señales, parques es de la perfección conseguida, algo así como el pueblo donde vive Jim Carrey en el Show de Truman. Pero el pastel siempre esconde algún regalito, a ver si lo encontramos.
Intentando evitar que nos pase algo parecido a lo de ayer, vamos directamente a encontrar un hotel. La búsqueda no fue fácil. Aunque teníamos referencias de sitios y mapas tardamos bastante en llegar al supuesto barrio colonial, donde estaba el YMCA, una especie de residencia de estudiantes que resulta muy cara y no nos quedamos.
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A la dcha. Marina Bay Hotel, al estilo de Adelson |
- Killo, mira el GPS que pa eso lo llevas. Le decimos.
Y nada, nos da una vuelta en circulo, supongo que para hacer así también más redonda la cantidad a percibir y termina diciendo que ese número no existe. Con lo cual, casi diez euros a la basura, porque seguimos sin hotel.
Merryll Lynch, un banco con fuerza |
Desde el Mercury Backpackers me despido de mi cuaderno y os emplazo a leer las dos próximas crónicas, de puño de dos de sus protagonistas. Primero Nacho y más tarde Nuria.
Qué tendrán que contar a este diario viajero?
Hasta mañana
Marco Polo de Bolsa
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