En este blog se ofrecen algunas experiencias personales y con amigos de diferentes viajes, tanto transoceánicos como de un solo día. Y es que para viajar no hay que sacar ningún billete de avión, a veces a 5 kilómetros de tu casa existen terrenos inexplorados que siempre guardarás en el recuerdo.

domingo, 22 de julio de 2012

Día 13. Menos mal, adiós Vang Vieng

No quiero asustar con este título, pero como ya había contado aquí, esta ciudad nunca para, y yo con dos días he tenido ya dosis guatequera para todo el viaje. 
Mi primer viaje en bus local


Frente al templo de That Laung Stupa

Al fondo el templo de That Laung Stupa
Arco dedicado a Buda
Un momento cualquier
Además, el camino continúa y ahora mi visita es a la capital de este país, Vientián. El viaje en autobus es lento, como siempre, pero esto ya no es algo que me importe, no hay porque ahorrar tiempo. Está para usarlo. Además, así siempre encuentro un momento para reunirme con mi cuaderno, como ahora, camino de Kong Lo Caves, de nuevo en el bus. Aunque bastante cansado del dia anterior, por lo que ya he confesado, hago un esfuerzo por no sucumbir ante una siesta en el hotel y me voy con Tim y Mario a dar un paseo por las zonas más significativas de la ciudad. De ellas destacan su templo, That Laung Stupa, su gran arco religioso que es casi una réplica del de París pero con adornos budistas y sus grandes plazas y avenidas muy propias de países donde se ha instalado el comunismo, lo digo esto sin ningún tipo de prejuicio, solo como referencia fotográfica. Por otro lado, también me ha llamado mucho la atención la tranquilidad que se respira en esta capital, en la que

entre calles de embajadas y plazas abiertas puedes ver pasear a niños de todas las edades con la mayor de las tranquilidades, desconocedores de la ultra protección con la que estamos acostumbrados a vivir nosotros. Ese es el mismo panorama que me encuentro en el relajado mercado nocturno, que se extiende en la avenida paralela al Mekong, en el paseo que tras la cena nos dimos para bajar la quesadilla que habíamos tomado poco antes. Precisamente en el barecito donde hicimos un pequeño paréntesis en nuestra dieta asiática conocimos a una interesante chica brasileña con la que estuvimos hablando en español sobre sus proyectos de colaboración en abastecimiento de agua en las pequeñas comunidades locales. Además, me fui a la cama con un enorme dilema que tendría que resolver con mi almohada: seguía mi instinto y continuaba hacia el sur para descubrir las Kong Lo Caves y las 4000 islas o hacía el camino de vuelta a Bangkok para reunirme con Nacho y Nuria?

Creo que por lo que he escrito más arriba ya sabéis mi decisión. Bangkok puede esperar, pero creo que la magia del sur de Laos me llama como las Amazonas a Ulises. En cualquier caso, los templos de Angkor y la ciudad de Siem Reap será lugar de encuentro con mis amigos en Camboya el próximo lunes.


Hasta mañana
Marco Polo de Bolsa






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