Así es, con mucho pesar pero mi decisión era poner rumbo al sur y con ello aún no me despedía de mis compañeros de ruta en los últimos días. Casi seis horas de un viaje por carretera muy pintoresco en un autocar que dispone de asientos supletorios en forma de banqueta a lo largo de todo el pasillo. Muy gracioso, tanto como las señoras que en cada parada se suben para ofrecer unas raras brochetas, frutas y golosinas con las que ninguno nos atrevemos.
Los paisajes que nos brinda el camino, de postal, realmente, y eso que
ya son muchas las panorámicas que me ha ofrecido mi recorrido asiáticos.
No por ello dejo de quedar hipnotizado, pero de verdad, este ha subido
una estrella en el nivel de lo visto hasta ahora. Las imágenes que
próximamente subiré lo podrán atestiguar.
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Un día más disfrutando las carreteras locales. Vientián-Kong Lo Caves |
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Reflejos de simpatía |
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Postal costumbrista. Un momento mágico |
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Rocas karsticas frondosamente vestidas |
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Uno de tantos campos de arroz |
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No parece que fuese su primera foto |
Con ese regalo de la naturaleza en la retina llegamos a Kong Lo. Inmediatamente, nos establecemos en una cabaña Mario y yo junto a un nuevo compañero de travesía que hemos conocido en el bus, Patrocinio, alias Pato, un argentino del distrito bonaerense de Lanús.
Tras dejar las mochilas, dimos un paseo por el parque natural que mañana recorreremos para llegar en canoa a las cuevas. Una vez más atónitos ante el entorno. Ya en el hostal, el hambre no me deja pensar en otra cosa que en el arroz frito, mi única comida fuerte en todo el día. El pueblo es mágico, los niños nos han regalado un variado surtido de poses que quedan grabadas en la tarjeta de mi teléfono pero sobre todo en mi corazón.
Seguiré confesando mis experiencias mañana.
Marco Polo de Bolsa
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Niña portando agua |
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La pureza de la vida local |
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Canis laosiano |
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