En este blog se ofrecen algunas experiencias personales y con amigos de diferentes viajes, tanto transoceánicos como de un solo día. Y es que para viajar no hay que sacar ningún billete de avión, a veces a 5 kilómetros de tu casa existen terrenos inexplorados que siempre guardarás en el recuerdo.

martes, 24 de julio de 2012

Día 17. 16 horas de autobús no son para tanto

No tomé muchas fotos hoy, pero esta serviría de resumen
Al escribir este titulo no sé si ponerlo entre comillas dando a entender la ironía del mismo o no, porque ya me he acostumbrado. De nuevo aprovecho un nuevo y maratoniano trayecto en autobús para redactar mi crónica, a pesar de que esta larga jornada aún no ha terminado para mi. Ya son 14 horas en la carretera - aún me quedan al menos 2- después de despedirme de Laos con un kop jai (gracias) y esperar con impaciencia para contemplar una de las 7 maravillas del mundo, los Templos de Angkor, en Camboya.

Amir en el curioso control fronterizo de enfermedades
Por fin si, la noche o madrugada de hoy ya, servirá para encontrarme con mis amigos Nacho y Nuria. Ellos deben haber llegado hace ya varias horas desde Bangkok. Sin embargo, lo mío está siendo una nueva odisea, aunque eso sí, esta vez sin el castigo del karaoke. Cruzar la frontera ha servido para contemplar la pillería que siempre va asociada a la burocracia. Poco antes de abandonar Laos, un tipo, supuestamente de la agencia que nos vendió el billetes bus, se ha subido a nuestro transporte y muy amablemente pero sin que pareciese existir otra opción se ha ofrecido a hacernos el visado de entrada a Camboya. Así, nos ha secuestrado los pasaportes por unos 30 minutos y nos ha pedido unos 30 euros en concepto de impuesto de entrada, cuyo tramite era de lo más sencillo, pues una japonesa con pinta de poco espabilada ha resuelto en unos 10 minutos y se ha ahorrado al servicial intermediario que en media hora nos ha sacado a cada uno mas de seis euros. Éramos al menos 10 los que hemos caído, así que echad cuentas. Poco más tengo que contar, pero me queda la sensación de que a la vuelta de este viaje no le tendré tanta aversión a viajar en autocar en España, pues, por ejemplo, las casi cinco horas que se tardan en llegar de Málaga a mi casa me parecerán apenas un paseíto con el bagaje que llevo ya a mis espaldas. Y es que sin ir más lejos hoy me ha tocado a mí ocupar una de esas banquetas en medio del pasillo del bus, así que ya os podéis imaginar.
Una de las imágenes con que entretenerse desde el bus
Mi confesión diaria no da para mucho más, bueno sí, que hace un rato he conocido a unos chilenos, con los que he matado el tiempo en la ultima parada con un divertido juego de cartas que me han enseñado, el uno, que es muy similar al reloj que nosotros tenemos.

Mañana será otro día y cada día una nueva aventura.
Marco Polo de Bolsa

No hay comentarios:

Publicar un comentario